Una gota de miel
- Leopoldo Silberman
- 28 jun 2020
- 2 Min. de lectura
“Los amorosos callan…”
Jaime Sabines
En ocasiones nos olvidamos de enamorarnos. Vivimos tan clavados en nuestros propios demonios que se nos hace fácil dejar de lado algo tan importante como el amor. Y no me refiero únicamente al amor por una persona en particular; hablo más bien de amar todo lo que hacemos, todo lo que pensamos, todo lo que escribimos, que decimos, que sentimos.
Quizás esta cosa rara a la que coloquialmente llamamos AMOR sirva para algo más que engrosar las cuentas de los chocolateros. Tal vez sea el modo de modificar conductas, generar nuevas tendencias, vivir una vida más llevadera y hacerse de menos enemigos; envejecer con más dignidad, disfrutar las minucias del día con día y al menos sentir paz con uno mismo. Porque si uno ama lo que hace, lo hace bien. Si ama al prójimo, lo jode menos. Si está enamorado, ríe más. Si ama a su perro, lo cuida y lo procura. Si ama caminar, vive más sano. Si ama su cuerpo, no le echa tanta mierda. Amar al parecer es la panacea de todos los males, la neta del planeta pero, como dice la canción…
CASI TODOS SABEMOS QUERER, PERO POCOS SABEMOS AMAR.
No es broma y el Príncipe no andaba tan errado: la gente teme al compromiso en general. Compromiso con la vida, con otra persona, consigo mismo. Nos gusta recibir sin dar, generar sin chambear, sonreír sin llorar. Y dado que nuestra existencia tampoco es miel sobre hojuelas hay que chingarle… Nada es gratis más que las cachetadas. Bueno: los publimetros y las muestras de shampoo y…
Me he topado con personas últimamente -pues últimamente todo me pasa- que le meten verdadera pasión a lo que hacen. Pasión y amor de los “de veritas”, no de esos que presumen todos y que suenan más a superación personal que a otra cosa. Y el resultado lógico es que todo les salga bien, pues cuando amas todo, todo se te da. Yo ya he estado pensando seriamente en volverme budista o lama o algo por el estilo, en hacerme una buena limpia para quitarme las envidias y malasleches que me persiguen, en comprar una sábila y ponerle moños rojos y un par de manzanas y dejarlas regadas por mi casa. Pero lo más importante, más allá de las supercherías que no sé si sirven pero-tampoco-afectan, es que he pensado y empezado a cambiar mi propia actitud hacia las cosas y la gente y mi trabajo y mis planes y… hacia todo.
Mi ex se burlaría pensando que estoy empezando a perder la chaveta y pronto me pondré a cantar canciones de esas patéticas en las que uno abre sus brazos a la vida, pero no es así. Es sólo que comprendí, por fin, que se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre.

Publicado originalmente en LetrasExplícitas.mx, Mayo 26 de 2014.
Comentários